27 de octubre de 2009

El Señor nos llama...

Sabes que JESUS te llama a seguirle mas de cerca, y no sabes a donde ir?

La vocación a la vida consagrada es un camino que hay que recorrer. ¿Cuándo empieza? ¿Dónde termina?
Quizá lo hayas pensado alguna vez... Tú sientes fascinación por la persona de Jesús te atrae el servicio a los demás y sientes una gran inquietud de servir a los necesitados, de darte, de hacer algo en la vida. Sin embargo, a pesar de esa atracción te interrogas:
-Esto lo puedo hacer desde mi casa, desde mi familia. ¿Qué hace una mujer o un hombre consagrado que no lo pueda hacer yo?
-¿Es que una persona consagrada es otra cosa?
Si, efectivamente. La persona consagrada sirve a los demás como tú y como tantos hombres y mujeres que han descubierto un sentido a su vida; pero ser persona consagrada es otra cosa:
La persona consagrada hace una OPCIÓN FUNDAMENTAL, que la compromete toda su vida, y que abarca todas las facetas de su personalidad:
-VIVE ENTREGADA A DIOS POR COMPLETO
-EN UNA COMUNIDAD
-PARA EL SERVICIO DE CRISTO EN LOS MÁS NECESITADOS

La vida consagrada tiene que transparentar los valores evangélicos, y para ello tiene que liberarse de ataduras que roban energías para llegar a lograr que un grupo de creyentes formen una comunidad de vida en la fe, en el amor y en el servicio.
Las características de la Vida consagrada es tener su punto de apoyo en la fe, debe ser una comunidad de personas que creen, y que creen de un modo tan existencial, que de hecho juntan sus vidas en una existencia de profesión de esa fe y de servicio a Aquel en quien creen.
Las personas que abrazan la vocación consagrada, como sacerdote o religioso, religiosa, hacen presente en su SER y en su QUEHACER a la Iglesia y encarnan en el mundo los valores evangélicos y el modo de vivir de Jesús. Pues Jesús no vivió para sí, no fue el centro de su vida, sino que vivió para los demás en una única entrega al Padre y los hermanos.
Seguir a ese Jesús es ante todo un don, una gracia. Es responder a la llamada para vivir los consejos evangélicos. tiene que ser en la teoría y en la práctica, un intento serio y comprometido de vivir la existencia de Jesús, es decir, ser y vivir totalmente para el Padre y para los hermanos, y en consecuencia adoptar sus actitudes vitales, que son:
• Acoger la voluntad de Dios como único criterio de vida, manifestada a través de las múltiples relaciones humanas.
• Amar como El amó, con su mismo amor total, inmediato, divino, humano, personal, enteramente gratuito.
• Vivir decididamente para los demás, en disponibilidad total de lo que es y de lo que se tiene.
Todo esto desde una comunidad que se convierte en taller, hogar y familia. Es la fe en Cristo Resucitado quien nos une en comunidad.

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