18 de febrero de 2010

Notas exegéticas


Notas exegéticas


21 de febrero, 2010 -
PRIMER DOMINGO DE CUARESMA



1ª lectura: Deuteronomio 26, 4-10

Algunos estudiosos han visto en este texto un fragmento de un antiguo "credo de Israel". Está colocado en el contexto de la fiesta primaveral de las primicias (vv. 4. 10) Y estructurado en tomo a tres artículos de fe: la experiencia de los patriarcas, la liberación de Egipto, y el don de la tierra. Israel describe sus orígenes recordando que sus padres fueron unos emigrantes en tierra extranjera. Jacob fue un nómada y sus descendientes bajaron a Egipto como refugiados por motivos económicos y luego sometidos a la esclavitud.

El texto pone de manifiesto que la fe bíblica es esencialmente una fe histórica. Dios se ha revelado en medio de los acontecimientos de la historia de un pueblo insignificante en sus orígenes, para liberarlo y convertirlo en un pueblo santo.

2ª lectura: Romanos 10, 8-13

En este antiguo "credo cristiano", se proclama el acontecimiento central de la fe, "el asunto de la fe que predicamos" (v. 8): el misterio pascual de Cristo. La Pascua se expresa con dos "esquemas teológicos": el esquema de exaltación ("Jesús es el Señor") y el esquema de resurrección ("Dios lo resucitó de entre los muertos"). La fe pascual proclamada por la Iglesia es abierta a todos, judíos y griegos, pero debe ser creída con "el corazón", es decir, aceptada desde lo más íntimo del hombre como fundamento de la propia existencia, y al mismo tiempo proclamada con "la boca", es decir, testimoniada y profesada exteriormente con la propia vida.

3" lectura: Lucas 4, 1-13


Este relato, de carácter teológico, ha sido compuesto y transmitido, no para informar acerca de un episodio de la vida de Jesús, sino para mostrar el modo con que el Hijo de Dios comprendió y vivió su misión mesiánica. Se quiere subrayar el hecho de la tentación en la existencia de Jesús, no el modo en que históricamente se presentó.

El relato presenta como evento acaecido una vez, una experiencia que acompañó constantemente el ministerio del Mesías Jesús de Nazaret. Jesús, "lleno del Espíritu Santo", era "conducido (ago) por el mismo Espíritu, se internó en el desierto" (v. 1). No se describe a Jesús mientras va al desierto, sino caminando en medio del desierto lleno del Espíritu Santo. Durante cuarenta días fue tentado por el demonio y estuvo sin comer (v. 2). El desierto es lugar de tentación, de auto-comprensión de la propia identidad, pero también espacio para afirmar la fidelidad en Dios como único absoluto.

Jesús vive una doble experiencia: la experiencia de la tentación, delante de la cual permanece firme, y la experiencia de la plenitud divina, siendo conducido permanente- mente por el Espíritu. Como "hijo de Adán" (Le 3, 38b) advierte la dificultad y la seriedad del momento de la prueba en su relación con Dios; como "Hijo de Dios' (Lc 3,38) vive, lleno del Espíritu, la plenitud de la intimidad divina. A diferencia de Adán (Gén 3), Jesús supera la prueba demostrando su adhesión obediente y filial a Dios en forma inquebrantable. Se mantiene firme proclamando su fidelidad absoluta y su confianza inquebrantable en los caminos del Padre: No tentarás al Señor, tu Dios (Le 4, 12). Jesús es el modelo de adhesión plena y total a Dios y a su voluntad.

Las "tres" tentaciones de Jesús no son sino una sola: la tentación de abandonar el mesianismo humilde y obediente en favor de los hombres y emprender un camino de gloria, de poder y de autosuficiencia humana. Para Lucas, la tentación máxima que Jesús enfrenta y supera es el terror a la muerte. En el relato se afirma, en efecto, que "el diablo se retiró de él, hasta que llegara la hora" (v. 13), es decir, hasta el momento del sufrimiento y de la angustia de la pasión, que Lucas llamará "su hora y la del poder de las tinieblas" (Le 22, 53), cuando "Satanás entró en Judas, llamado el Iscariote" (Le 22, 3).

El relato de las tentaciones no pretende sólo informar al lector acerca de las pruebas sufridas por Jesús, sino que es una página de catequesis que invita a estar atentos para no caer en las actuales tentaciones del poder, del materialismo y de la religión espectacular e impositiva.



+MONS. SILVIO JOSÉ BÁEZ

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