“El Dinero para el Bien”
La mayoría de los seres humanos saben que con el dinero pueden hacer muchas cosas.
De esta manera, por lo general las personas ansían tener mucho dinero, para cubrir sus necesidades y hasta sus gustos.
Es como una exigencia de querer también desde esa dimensión poseer autonomía personal y familiar. Digo esto para no caernos a mentiras, ya que una de las luchas diarias, es precisamente obtener dinero para vivir o sobrevivir dignamente.
Sin embargo, el dinero tampoco lo es todo, ni lo único en el mundo.
No puede ser un Dios.
No podemos adorar el dinero.
Por tal razón, Cristo nos aconseja que sepamos usar las riquezas, el dinero de este mundo egoísta para hacer el bien, para hacer amigos dignos, para mitigar el sufrimiento ajeno, para hacer de esta sociedad una casa digna de todos, a fin de que tengamos además hospedaje en las viviendas eternas.
Trabajar honestamente para obtener recursos a fin de poder cubrir las propias exigencias, como también socorrer a algún ancianato, un orfanatorio o a personas gravemente enfermas, o hacer una escuela granja, o cooperar en un dispensario; eso es grande y sumamente satisfactorio.
Trabajar duro, organizadamente para utilidad de la familia, y también para aliviar tantas necesidades comunitarias, es pagar la hipoteca social de la cual nos habla la doctrina social de la Iglesia.
Es conveniente pensar en el buen uso del dinero en esta vida, porque lo único que nos llevaremos a la otra son las buenas obras; por cuanto a la tumba no podremos llevar las cuentas bancarias, ni los dólares, ni las joyas.
Todo eso quedará acá, en esta vida.
Lo interesante es tener recursos en este mundo, y también riquezas de obras buenas para la eternidad.
Qué triste sería, ser muy rico en la tierra y unos pordioseros en el más allá.
Pensemos bien en esto, porque Cristo nos dice: “muchos primeros serán últimos y muchos últimos serán primeros”.
Mons. Antonio José López Castillo
Arzobispo de Barquisimeto.
Arzobispo de Barquisimeto.
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