5 de diciembre de 2009

II de Adviento


INMACULADA CONCEPCIÓN DE MARÍA Ciclo C
(segundo domingo de adviento en Venezuela)


Celebramos en Venezuela, este segundo domingo de adviento, la solemnidad de la inmaculada concepción de la Virgen María. María es la virgen sensata del adviento que salió al encuentro del esposo con su lámpara encendida, encendida con la llama del amor divino y de la gracia santificante, desde el momento en que empezó a existir; con su lámpara encendida… y nunca apagada. Ella es la virgen de la esperanza, la que esperó con inefable amor de madre el nacimiento del Mesías.

Con el salmo responsorial cantamos al Señor un canto nuevo porque ha hecho maravillas. Cantamos porque ha dado a conocer su victoria, porque ha mostrado su amor y lealtad, porque ha manifestado su gloria en María. Dios ha hecho en ella grandes obras. Hoy contemplamos la maravilla de su concepción inmaculada y su santidad plena. La victoria sobre el pecado se ha realizado en ella desde el inicio de su vida humana. Ella es la llena de gracia. La salvación que, en el adviento y en la navidad, nos trae Aquel que esperamos, la recibió ella desde el inicio de su existencia. La gracia del Salvador la lleno en el principio.

María es la que ha hallado gracia ante Dios. Hoy este “evangelio”, esta buena noticia que anuncian las lecturas en la liturgia de la Palabra, se nos proclama a nosotros. También nosotros somos, o estamos llamados a ser, los que hemos hallado gracia ante Dios. De hijos de Adán y Eva estamos llamados a ser hijos del Altísimo y de la Inmaculada. No importa donde estemos. “¿Dónde estás?” le pregunta Dios al hombre pecador, ¿en qué situación te encuentras?... Es importante hacerse la pregunta y responderla con sinceridad. Hay que tomar conciencia de dónde nos encontramos. No para volver a cerrar la interioridad, como hacen con esos enfermos en los que, al abrir para operar, descubren que ya no hay nada que hacer, sino para dejar al descubierto el cáncer, la herida, la infección. Adán tiene miedo y se esconde… ¿y qué haré yo?

Yo sé que, como María, he hallado gracia ante Dios. Mi enfermedad es mortal, pero mi médico es omnipotente. La fuerza de su Espíritu, su poder, descenderá sobre mí; primero me sanará, después me embellecerá; primero me salvará con su perdón, después me santificará con su gracia. Por tanto, no he de temer, no he de replegarme sobre mí mismo y esconder mi enfermedad, sino ponerla abiertamente ante sus ojos para que su Espíritu descienda sobre mí. Nada es imposible para El. ¡Me ha dado ya tantas muestras de su amor y poder!

“María contestó: yo soy la esclava del Señor, cúmplase en mí lo que me has dicho”. Dios espera mi aceptación libre. No va a hacer nada en mí durante este tiempo de adviento y navidad si yo no le doy mi consentimiento. Tal vez tengo miedo, tal vez me imagino lo que va a suceder, tal vez vienen a mi mente fantasmas que me muestran un futuro sombrío y triste, doloroso. He de prestar atención no a eso sino a la voz del ángel: “no temas, no temas, alégrate, alégrate, que el Señor también está contigo”.

María, madre inmaculada, virgen del adviento y de la esperanza, ayúdame a creer, ayúdame a acoger esta buena noticia como tú la acogiste. Enséñame a escuchar y creer las promesas del ángel: “no temas, el Señor está contigo, también tú vas a concebir en tu seno a Cristo, el quiere morar en ti, encarnarse en ti, configurarte más con El; no dudes, no pelees contigo mismo y con Dios, cree, pues nada hay imposible para Él”. Anímame, madre, a decir como tú, contigo: “aquí estoy, Señor, no puedo considerarme otra cosa que siervo y esclavo tuyo, hágase en mí tu voluntad, que se cumpla en mí tu palabra”.


Pbro. Jesús Hermosilla
Guía Espiritual

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