1 de enero de 2010

Orientaciones...

Orientaciones para la celebración

IV DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO


• AÚN LOS INICIOS
De hecho el fragmento del evangelio que leemos hoy forma una unidad con la segunda parte del que leíamos la semana pasada. Continuamos estando en los comienzos de la predicación de Jesús, allí en la sinagoga de Nazaret, inmediatamente después de que Jesús ha hecho lo que podríamos llamar su discurso programático, y volvemos a oír cómo manifiesta que en él mismo hoy "se ha cumplido este pasaje de la Escritura que acaban de oír". Más allá de todo, hacer ver la continuidad que tienen los fragmentos del evangelio puede ser una buena cosa para ayudar a nuestra predicación de hoy y de cada domingo. Debemos situar los textos en su justo contexto.


• LAS REACCIONES A LA PREDICACiÓN
La gente de Nazaret, que conocía muy bien a Jesús de mucho tiempo, reacciona ante su predicación porque se encuentra que el contenido de ésta no es una doctrina muy complicada, sino que el contenido es su misma persona: él es el mensaje! Por esto "Todos le daban su aprobación y admiraban la sabiduría de las palabras que salían de sus labios". i No podía ser! Pero además, aunque aún no se ha explicitado demasiado lo que había predicado Jesús ("todos esos prodigios que hemos oído que has hecho en Cafarnaum"), lo que Jesús pide en nombre de Dios es la conversión del corazón y, por lo tanto, se dirige a cualquier persona que lo escucha, sea quien sea. La "excusa" perfecta para no tener que convertir el corazón de la persona, es hacer una especie de "enmienda a la totalidad" a la persona que se convierte ella misma en el mensaje. Jesús lo sabe y lo dice para desenmascarar esto: "Seguramente me dirán aquel refrán: 'Médico, cúrate a ti mismo' ". Es preciso que se den cuenta de que aquello que les ha dicho, "el Espíritu del Señor está sobre mí", es muy real y por esto él no tiene nada que tenga que ser curado.


• LA FUNCiÓN PROFÉTICA
Y más aún. Tienen que darse cuenta de que esto es lo que siempre se ha hecho con los profetas: anulándolos creían que podrían anular lo que decían. La primera lectura nos lo sitúa muy bien. El profeta Jeremías ha sido "escogido en el vientre" de su madre, consagrado y nombrado "profeta de los gentiles", por lo que es "muralla de bronce, frente a toda esta tierra". Su palabra y su misma vida profética ("no podrán contigo") son "oráculo del Señor", y por esto nunca pasarán. Dios es su "ciudad fortificada", su esperanza, su ayuda, como canta el salmo de hoy. 50 Convendrá, haciendo esta reflexión, hacer ver que hoy es necesario continuar en la Iglesia esta tarea profética, de predicación, de enseñanza y de desear que sea hecha no sólo con las palabras de cada predicador y de cada bautizado, sino con toda la vida que se convierte en testimonio de la Palabra de Dios. Pero ante la debilidad de la vida cristiana del predicador y de cada fiel cristiano, lo que permanece siempre es la Palabra que tenemos que predicar. No nos predicamos a nosotros mismos (nuestra vida es demasiado débil, demasiado pecadora), predicamos la Palabra, predicamos al mismo Jesús, Palabra encarnada del Padre. Y pedimos constantemente la conversión del corazón, para nosotros y para cada cristiano.


• LA UNIVERSALIDAD DEL MENSAJE:
EL AMOR Ante el rechazo de la gente de Nazaret, Jesús proclama la universalidad de su mensaje, como habían hecho ya los profetas. Ellas y Eliseo habían sido enviados también a personas de más allá de las fronteras de su pueblo de Israel que tenían el corazón dispuesto a la conversión. Es su misión: hacer llegar la Buena Nueva a todos los pobres y desvalidos. Al final es sólo el amor lo que cuenta, y éste es el con- tenido de la predicación de Jesús, la Buena Nueva del amor de Dios por todos, para suscitar en la persona humana, gracias a la fe, este mismo amor. Tenemos que referirnos a la segunda lectura, el precioso himno a la caridad, de san Pablo. En una palabra, quedan: "la fe, la esperanza y el amor; pero el amor es la mayor de las tres". Éste es el último objetivo de la predicación y de la celebración, poder vivir plenamente el amor de Dios.


• LA EUCARISTíA ES LA SÍNTESIS DEL AMOR
Efectivamente. En cada Eucaristía somos invitados a reaccionar ante la Palabra de Dios y su predicación, somos invitados a revivir el amor de Dios que se nos da sin medida y somos invitados a crecer en la caridad en nuestra vida, ya que sin ella nada tendría sentido. Es la Buena Nueva.


JUAN TORRA

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