9 de julio de 2010

Homilia de Mons. Antonio


Décimo Quinto
Domingo del Tiempo Ordinario /C
Notas Pastorales
“Sensibilidad Humana”

Nuestro Señor, haciendo gala de su sabiduría, nos enseña con una pedagogía exquisita, lo que significa en hechos, la sensibilidad humana.
Jesús comienza indicando como, de mil maneras podemos ser insensibles al dolor ajeno.

Existen tantas excusas, desde “no tengo tiempo”, “eso no es un problema mío” hasta “es una cuestión de los gobiernos o de los políticos”.
En efecto, la sensibilidad humana, se puede hasta enseñar en las universidades y colegios, pero no practicarse. Es más, podemos predicarlo en todas las religiones, y a veces en algunas no vivirla.

Es muy grave cuando ya no nos estremece un niño enfermo y sin recursos, o ver a un anciano desvalido, o llegar a burlarse de un ser humano enfermo mental. Es doloroso cuando ya se es indiferente a que la gente tenga trabajo o no, tenga educación o no, tenga un techo digno o no.

Es triste cuando se oye decir ellos son pobres, y por lo tanto no sufren, no importa que vivan en rancho, no importa que no tengan transporte, ya que ellos no se dan cuenta, nosotros si, porque somos de otra clase social.

Es lamentable cuando se oye decir, bueno, que importa que se destruyó un hogar, total no es el primero; o mató alguien, o robó, bueno no es el primero ni tampoco será el último.

En cambio, el Divino Maestro nos pone un ejemplo de alguien que cae herido, por un atraco, y es dejado medio muerto, y el único que se le acerca es un hombre de su mismo pueblo, más bien un poco alejado, por razones políticas y religiosas. No obstante, él pasa por encima de los prejuicios y se baja de la cabalgadura, personalmente le atiende, lo cura, le salva la vida, lo pone en un lugar seguro, lo apoya materialmente, pero sobre todo afectiva y humanamente.

No habla, no promete, si no que hace, ejecuta, manifiesta en obras su fe, su amor al prójimo, su caridad, su fraternidad.

En una palabra, este es un hombre bueno, cargado de sensibilidad humana.
Él si sintió el dolor ajeno. A él si le preocupó el sufrimiento de su hermano, de un se humano.

Ojalá que también nosotros sigamos ese ejemplo, y desde la fe, siempre tengamos con obras una gran sensibilidad humana y social.


Mons. Antonio José López Castillo
Arzobispo de Barquisimeto

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