21 de mayo de 2010

Homilia de Mons. Antonio


Solemnidad
Domingo de Pentecostés




Y Descendió el Espíritu Santo”
Ya que Cristo, nuestro Señor, lo había prometido y así sucedió.

El Espíritu Santo, la tercera persona de la santísima Trinidad, se infundió de una manera visible sobre su Iglesia, pueblo de Dios, a través de sus Apóstoles, con Pedro a la cabeza. Se presentó el Espíritu como un viento fuerte y en forma de lenguas de fuego, que se posaron sobre los congregados.

Este día es muy grande para todos nosotros, como Iglesia, porque la misión del paráclito, o Espíritu es la de santificarnos, es decir, ayudarnos a hacernos buenos, en nuestro trato con Dios y con el prójimo. Él nos fortalece en su gracia, en su amistad, en su vida Divina. En efecto, nos fortifica para mantenernos en el bien, en el cumplimiento del deber, Él hace que nuestra libertad se encauce a la honestidad y honradez, motivándonos así a evitar la corrupción, el robo, la irresponsabilidad, la maldad, en una palabra; el pecado.

Él nos lleva a realizar visiblemente como Iglesia, lo que Cristo hacía antes de su Ascensión. Él está en su Iglesia.

El Espíritu Santo nos ilumina, para saber conducir acertadamente la familia, en espíritu de cordialidad, dialogo, lealtad, buen trato, comprensión, perdón y paz. Todo esto tanto entre esposos, como entre padres e hijos y hermanos entre sí.

El Espíritu Santo, ilumina la verdadera ciencia y tecnología para que estén al servicio de la vida y dignidad humana.

El Espíritu Santo da la verdadera sabiduría a los humanistas, a fin de orientar al hombre en la auténtica senda que les permita vivir como personas, y formar una comunidad humanizada, en donde el ser humano valga más que la máquina, el arte, o el dinero; es más que todo esté al servicio de ese ser personal-físico-espiritual-trascendente, que es la persona humana.
El espíritu Santo es quien nos impulsa a rezar con gusto, con calma, con constancia, confianza, sencillez o profundidad.

Es Él quien nos hace saborear la Santa Misa, a vivirla; es Él quien nos hace disfrutar de la Palabra de Dios, es Él quien nos permite desgranar con gozo inmenso las cuentas del Santo Rosario. Es el Espíritu Santo quien nos hace soldados en la fe, por la Confirmación.
Hoy es también día del Seminario, pidamos por el fomento de las vocaciones sacerdotales, religiosas, laicales. Por eso digamos llenos de esperanzas “Ven Espíritu Santo llena los corazones de tus fieles y enciende en ellos el fuego de tu amor”

+Mons. Antonio José López Castillo
Arzobispo de Barquisimeto

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