21 de mayo de 2010

Homilia del Padre Jesús


Solemnidad de PENTECOSTÉS
Hoy culmina el ciclo del año litúrgico que dio comienzo el miércoles de ceniza. Atrás quedaron la cuaresma, la semana santa con el Triduo pascual y estos cincuenta días de Pascua. Pentecostés es un final y un comienzo. Para los judíos fue primero la fiesta del inicio de la cosecha y después también de la renovación de la alianza. Se celebraba siete semanas después de la Pascua. Coincidiendo con esa fiesta judía quiso el Señor enviar su Espíritu Santo sobre los apóstoles, María, y otros discípulos reunidos. Empieza a verse el fruto del grano de trigo que fue sembrado en la cruz. Es sellada con Agua viva, Fuego y Viento, en el corazón de cada discípulo, la nueva y definitiva alianza de Dios con los hombres.

El día de Pentecostés, todos los discípulos estaban reunidos en un mismo lugar

La comunidad, la iglesia, de los seguidores de Jesús va a recibir el Espíritu, el Alma, que la constituye como organismo, es decir, como un Cuerpo animado por el aliento divino. Los discípulos de la comunidad no son individuos aislados, sino miembros diferentes de un organismo vivificado por el Espíritu Santo. Si quieres recibir hoy el Espíritu, renovar la efusión recibida en el bautismo y la confirmación, busca la comunidad, acércate a tu parroquia, renuncia a todo aquello que te separa de la comunión eclesial. Si estás lejos, el Espíritu quiere atraerte; nunca el Espíritu puede apartar de la Iglesia. Si ya estás cerca, aviva el deseo de unirte más.

Se oyó un viento fuerte y aparecieron lenguas de fuego que se posaron sobre ellos

Tres imágenes sugestivas delatan la presencia del Espíritu: el viento fuerte, las lenguas y el fuego. Las tres son imágenes que, por una parte, nos remiten al Antiguo Testamento y, por otra, indican la acción del Espíritu en cada miembro vivo de la Iglesia. El Espíritu Santo es como el viento, energía eólica espiritual, que te empuja siempre en la dirección del seguimiento de Cristo, pero a cada uno por su propio camino (oyes su ruido pero no sabes de dónde viene ni hacia dónde va, había dicho Jesús). Es lengua que hace que todos se puedan entender en el idioma del amor. Si has asistido, por ejemplo, a alguna asamblea cristiana internacional o has estado en alguna celebración papal en Roma, te habrás dado cuenta de que, aunque cada quien hable su idioma, hay un entendimiento espiritual entre todos; por otra parte, el Espíritu Santo viene como lengua para que seamos capaces de hablar de Cristo, pues “nadie puede llamar a Jesús “Señor” si no es bajo la acción del Espíritu Santo”. Es también fuego divino que recuerda la primera alianza cuando el Sinaí humeaba y Dios descendía como fuego; la nueva alianza es sellada en el corazón de los discípulos con el fuego divino del Espíritu que echa fuera el pecado y calienta, enardece y da fervor (hervor). Al igual que el cuerpo humano, que sólo se mantiene vivo conservando una temperatura constante (36°) y fuera de ella está enfermo e incluso podría morir, así el fuego del Espíritu conserva el calor de vida eterna del Cuerpo místico y de cada uno de sus miembros.
Como el Padre me ha enviado, así también los envío yo. Y empezaron a hablar

Pentecostés es día de misión. Día de envío. Reavivar el Espíritu recibido en el bautismo y la confirmación significa también reavivar el compromiso apostólico. El Espíritu me envía a realizar la misión de Jesús. Es Espíritu de libertad, pero también de unidad. ¡Cuidado con atribuir nuestros proyectos personales o pastorales, así sin más, al impulso del Espíritu Santo! Hay diferentes dones, pero el Espíritu es el mismo, no se contradice, no actúa en direcciones opuestas. Hay diferentes actividades, pero “en cada uno se manifiesta el Espíritu para el bien común”. La docilidad al Espíritu es el secreto de la eficacia de la misión; sin esta docilidad, propiamente hablando, no hay actividad apostólica, habrá actividades humanas, más o menos acertadas, pero no acción misionera. El Espíritu Santo viene a renovar el aspecto, la faz, de la tierra. ¡Ven, Espíritu Santo, llena los corazones de tus fieles y enciende en ellos el fuego de tu amor!
Padre Jesús Hermosilla

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