15 de agosto de 2010

Homilia Mons. Antonio

Notas Pastorales –
Vigésimo Domingo del Tiempo Ordinario /C


La Asunción de la Virgen María al Cielo

La Asunción de la Virgen María al Cielo, es la manifestación de su triunfo definitivo junto a su hijo Jesucristo en la morada eterna. Ya que María, triunfó como mujer de fe, creyendo totalmente en que aquel niño que nació de su seno y que sentía hambre, lloraba y sonreía era el mesías, el salvador. Ella creyó en que aquel Jesús que predicó las bienaventuranzas era el hijo de Dios, era Dios y hombre verdadero, ella creyó que Jesús al curar a los leprosos, levantar a los paralíticos y resucitar a los muertos era el Todo Poderoso, la Virgen Santísima cuando vio a su hijo en la cruz y lo recibe en sus brazos muerto y luego lo ve resucitado, sabia que era el salvador de la humanidad, por eso ella triunfo como mujer creyente, hasta tal punto que su prima Isabel le dijo dichosa tu porque has creído. Por esto ella pasa de esta vida a la eternidad como la triunfadora madre de Cristo.

María triunfa como madre porque ella atiende a su hijo especialmente desde su nacimiento hasta su muerte; ya que ella le hace su comida, para fortificarlo como ser perteneciente a la especie humana, ella triunfa porque lo cuida, lo protege, le ofrece un hogar confortable para que el niño Jesús creciera física y espiritualmente sano, ella como madre le enseña a orar a amar el trabajo, amar su cultura como hijo de una familia y de una geografía. Por eso ella es modelo de madre en la fe, es madre triunfadora que mereció el triunfo de la gloria celestial.

María es modelo de esposa, porque atiende al padre adoptivo de su hijo; San José, que era también su esposo, cuidándolo en todas sus dimensiones espirituales y sociales, María triunfó como modelo de mujer de trabajo y servidora, por eso María hace comida en la casa de Isabel, lava la ropa, limpia la casa, hace felices a sus miembros igual que en la familia de Nazaret; por eso ella es mujer triunfadora en el trabajo y de compromiso familiar y social, ella hoy, triunfa pasando del tiempo a la felicidad en la casa del padre celestial.

De esta manera, María nos invita a que también nosotros triunfemos en la fe, haciendo la voluntad de Dios y evitando el pecado, para participar de la amistad con el Señor en esta vida, y poder participar eternamente de la alegría de los santos y su compañía en el cielo.

Mons. Antonio José López Castillo
Arzobispo de Barquisimeto

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